Ser leal, saber escuchar, dejar ser sin juzgar, arrimar el hombro a un amigo cuando lo necesite, tenerlo en su pensamiento, compartir inquietudes, saber comprender...son tantas cosas las que tenemos para ser amigo. Pero la lealtad, saber que estás aunque te encuentres sola o solo, y no cerrarse es parte de ella.
Reconozco que es como una danza el ser amigo de alguien; uno da un paso arriesgando cosas de su intimidad, el otro lo recibe en sintonía sin presionar, se va danzando y danzando hasta formar el baile, la danza de la amistad. Los aplausos no se oyen cuando hay respeto, pues el latir del corazón de alegría ensordece el tuburbio y el bullicio exterior.
Pero hay momentos en la vida donde la soldedad se hace amiga y sin olvidar a los buenos e intimos amigos, ayuda a reflexionar e interiorizar en esos mometnos, dándome cuenta de quienes siguen a mi lado y quienes han seguido otro rumbo. A los que siguen a mi lado darles desde mi corazón las gracias, a los que se van alejando una pena entristece mi corazón pues el mio aún anhela compartir bellos momentos de complicidad. Todo no se puede tener ni hacer, por eso, hay que dejar ser y fluir en el trasiego de la vida.
